Tendemos a pensar que la
inteligencia emocional es
independiente de la inteligencia más académica, como por ejemplo la implicada
en las matemáticas o la lectura, y sin embargo, un reciente estudio publicado
en Personality and Individual Differences (2014) ha demostrado que nada más
lejos de la realidad.
En su experimento,
Clare Billings y sus colaboradores de la Swinburne University of Technology en
Australia, investigaron la relación existente entre el rendimiento en áreas
académicas como las matemáticas o la lectura y la inteligencia emocional en un
grupo de 407 preadolescentes compuesto por niños y niñas de entre 9 y 13 años.
La inteligencia emocional se valoró con un instrumento diseñado por esa misma
universidad, el Swinburne University Emotional Intelligence Test-Early Years
(SUEIT-EY). Esta prueba incluye un total de 68 ítems que evalúan aspectos como
la percepción y reconocimiento de emociones, la regulación
emocional o la
comprensión y el análisis de las emociones entre otros. Por otra parte, el
rendimiento escolar incluyó las valoraciones de los profesores.
Los resultados de
este estudio mostraron que existe una relación significativa entre la capacidad para
comprender y analizar las emociones como aspecto de la inteligencia emocional y
el rendimiento en lectura y habilidades numéricas, tanto para chicos como para chicas, e
independientemente de su edad.
Los análisis más
detallados encontraron, además, que el desarrollo temprano de estas
habilidades emocionales predice mejor el rendimiento académico que el hecho de
desarrollar estas capacidades a un nivel muy complejo.
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