El
avance puede ser aplicado a la esquizofrenia y al autismo.
Por: Efe |
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Archvo EL TIEMPO
El estudio demostró, por primera vez, el
comportamiento de consolación en roedores, y termina así con la creencia de que
los humanos son los únicos seres empáticos.
Un equipo de científicos de Estados
Unidos localizó la hormona que estimula la empatía, lo que abre una nueva línea
de investigación para el tratamiento de enfermedades de trastorno de la
personalidad, como el autismo, según un estudio publicado recientemente por la
revista 'Science'.
Además del autismo, este avance de
los investigadores de la Universidad de Emory en Atlanta (Georgia, EE.UU.) se
puede aplicar a la esquizofrenia.
Probar que los animales son sensibles
a las emociones de los demás seres vivos y que son capaces de consolarse unos a
otros era la hipótesis que los investigadores trataban de probar cuando
comenzaron el estudio. La investigación demostró que, efectivamente, los
animales llevan a cabo acciones por empatía y no solo para saciar sus propias
necesidades egoístas, pero lo inesperado para los científicos fue poder ir más
allá tan pronto e identificar el causante de este impulso emocional.
"Muchos de los más complejos
rasgos humanos se originan en procesos cerebrales fundamentales, que se
encuentran también en otras especies", explicó el doctor Larry Young, uno
de los principales autores del estudio.
El
experimento se llevó a cabo con ratoncillos de campo, una especie que es capaz de identificar los
lazos entre padres e hijos y mantienen relaciones monogámicas para toda la
vida. El estudio demostró por primera vez, el comportamiento de consolación en
roedores, y termina así con la creencia de que los humanos son los únicos seres
empáticos. La consolación, tal y como la entienden los científicos de la
Universidad de Emory, consiste en "el contacto dirigido a un individuo
afligido para calmarlo".
Cuando
un ratón detectaba aflicción, angustia o peligro en otro de sus compañeros, se
acercaba y se frotaba contra él para consolarle, de la misma manera que un
humano abraza o besa. Una vez establecida esta lógica, los investigadores se dedicaron a alterar la
hormona de la empatía para comprobar que, al estimularla, los comportamientos
empáticos se incrementan, mientras que al bloquearla, desaparecen. Por eso, más allá de los sentimientos
animales, los neurólogos se centrarán ahora en las aplicaciones válidas para
los humanos, como el tratamiento de enfermedades psiquiátricas. "Tenemos
la oportunidad de explorar en detalle los mecanismos neuronales que enfatizan
las respuestas empáticas", añadió Young.
El
estudio rechaza la concepción de que la empatía implique mecanismos cerebrales
muy complejos, razón por la que animales más
simples que los primates son capaces de experimentar este sentimiento. En
cambio, relaciona directamente la consolación con los cuidados maternales
recibidos a edades tempranas, que se quedan grabados en el cerebro.
Washington (Efe)
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