Los
microbios quedan identificados con una especie de "huella digital única.
Por: EFE |
Foto:
Archivo / EL TIEMPO
En caso de una intoxicación, esa investigación "hacia atrás"
puede servir para conocer cómo enfermaron las personas.
La secuenciación completa del genoma
se ha convertido en una herramienta que, a pesar de toda la complejidad que
entraña, está abriendo nuevas y originales perspectivas en la investigación de
enfermedades transmitidas por alimentos.
Hay quien ya se ha atrevido a
calificar esta técnica, conocida como WGS por sus siglas en inglés, como el
"mayor avance" para la microbiología desde Louis Pasteur, que
revolucionó la atención médica al entender que los gérmenes causan enfermedades,
entre otros hallazgos.
En el mundo tecnológico del siglo
XXI, la secuenciación del genoma completo permite caracterizar microorganismos
con un grado de precisión antes inviable.
Así, es posible identificar focos de
infecciones y alimentos con alto riesgo para la salud, detectar bacterias
resistentes a los antibióticos o revisar tratamientos médicos.
El experto de la Organización de la
ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Markus Lipp afirmó a Efe que
esa técnica permite a las personas "centrarse mucho mejor en los brotes de
enfermedades y contraatacar más rápido".
Los microbios quedan identificados
con una especie de "huella digital única ". Una fotografía específica
con la que buscar la repetición de unos mismos patrones en los distintos
lugares, por muy dispersos que estén, y dar con la fuente original, desde donde
se pueden detener brotes futuros.
En caso de una intoxicación, esa
investigación "hacia atrás" puede servir para conocer cómo enfermaron
las personas, dónde compraron los alimentos contaminados o la procedencia de
esas sustancias, algo que con las anteriores técnicas no siempre era posible.
Los nuevos sistemas de vigilancia
están cambiando la forma de analizar cuestiones como la incidencia de diarrea
entre los niños de Bangladesh o la de enfermedades respiratorias en Tailandia,
aseguró Marion Koopmans, de la Universidad Erasmo de Rotterdam (Holanda).
Como explicó durante una reunión
técnica celebrada estos días en Roma, los datos de la secuenciación del genoma
han ayudado a reconstruir en África occidental la evolución del virus del ébola
con vistas a ajustar los mecanismos de control.
A pesar de estos avances, los países
en desarrollo tienen en general recursos humanos y económicos limitados para
implementar esas nuevas tecnologías. Lipp indicó que intentan ayudar a esos
países a tomar decisiones y asegurar que todos los departamentos
gubernamentales trabajan juntos por "una sola salud", enfoque basado
en la gestión conjunta de las personas, los animales y el medioambiente.
"Si no se establecen esos
canales de comunicación o la infraestructura no está disponible, puede que la
WGS no sea la mejor opción. Las instituciones e individuos deben tener en
cuenta una serie de criterios para tomar la mejor decisión informada",
sostuvo.
Solo para empezar, la secuenciación
completa del genoma genera enormes cantidades de datos biológicos que deben ser
almacenados y requiere la aplicación de avanzadas tecnologías de la información
para analizarlos y compararlos.
Igual de indispensable es el acceso a
internet de alta velocidad y a plataformas digitales.
Además, representantes de países como
Ghana o Irán apuntaron en el encuentro la necesidad de armonizar las políticas
entre los distintos sectores y de crear estándares internacionales para regular
esa actividad y garantizar su validez.
Mientras tanto, los mayores progresos
han quedado en manos de ciertos países industrializados. Por ejemplo, la
cooperación y el intercambio diario de información fluyen entre organizaciones
como el Banco de datos de ADN de Japón, el Laboratorio europeo de biología
molecular y el banco de genes del Centro estadounidense para la Información
Biotecnológica.
Aunque algunos países están apostando
por priorizar la secuenciación completa del genoma, un investigador de la
Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU., Eric Brown, animó a usar
esos datos a tiempo real y en paralelo con muestras clínicas, de alimentos y
ambientales para dar una respuesta temprana.
Además de estudiar los agentes
patógenos recolectados de brotes de enfermedades transmitidas por los
alimentos, en Estados Unidos las secuencias genómicas son archivadas y puestas
a disposición del público en una base de datos llamada Genome Trakr, que puede
usarse para ubicar las fuentes de contaminación de brotes actuales o futuros.
Sus principales investigaciones se
centran en la salmonela, pero también en otras bacterias como la listeria o E.
coli, afirmó Brown, que destacó el valor de estos datos más allá de la
inspección de las posibles empresas contaminantes.
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