Los ríos caudalosos como el Amazonas forman curvas o meandros en su recorrido hacia el mar más acusados que otros cauces fluviales más modestos.
Pero
en mayor o menor medida, todos los cursos de agua presentan estos giros, porque el líquido no fluye a la misma
velocidad por cada una de sus secciones.Este desequilibrio
altera las fuerzas que ejerce sobre las paredes del canal por el que circula,
responsables de la erosión y sedimentación producidas en el fondo y las
orillas.
Los meandros surgen sobre todo en llanuras aluviales donde
apenas hay pendiente. Lo que ocurre es que, en la sección del cauce donde la
velocidad es mayor, la erosión aumenta por la fuerza centrífuga, el agua excava la orilla y
crea una forma cóncava; mientras que al otro lado, donde el
flujo es más lento, crece la deposición de sedimentos y la pared se hace
convexa.
Aunque el proceso se origina a partir de un cambio puntual en la
corriente –la aparición de un obstáculo–, una vez comenzado, su efecto aumenta
progresivamente. Tras la formación de la primera curva, la lámina externa de la
corriente va más deprisa y así se impulsa más líquido hacia la orilla opuesta
con un ángulo cada vez mayor y fuerza suficiente para erosionar ese lado y
crear otro giro. El proceso es distinto en cada río, ya
que depende del caudal, la velocidad y la composición de los materiales.
En las corrientes fluviales que bajan deprisa por un terreno
rocoso formado por materiales duros, la erosión es más lenta y casi no hay
curvas. Pero en cauces anchos sobre suelos blandos,
formados por arcillas de un valle sedimentario, se crean amplios meandros que
acompañan al río hasta la desembocadura.
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