Han
pasado 9 años desde su tragedia, la de perder a Santiago en una piscina. Y
aunque pasa el tiempo, la misma pregunta le ronda en la cabeza a María
del Pilar Molina: ¿por qué siendo médica no conocía algo tan básico como el
peligro que corre un niño en una piscina? Lea también: ‘Grietas’ en seguridad de piscinas
en Cali: 107 establecimientos en vigilancia
Entonces,
desde Neiva, al otro lado del teléfono, lanza la sentencia: “salir de la
ignorancia le costó la vida a mi hijo”. Porque desde el 2006, año en el que
ocurrió el suceso, se dedicó a estudiar los escenarios de riesgo que hay
alrededor de esas piletas, por las que los pequeños sienten una gran atracción.
Supo
que el ahogamiento en niños pequeños es un hecho silencioso, porque se
precipitan al fondo de la piscina. Así entendió por qué nadie se dio cuenta de
que su hijo, que estaba por cumplir los 5 años, había caído a la piscina del
conjunto residencial en el que vivían.
También, en esa época, se enteró que en otras partes del mundo había reglas
para las albercas como cerramientos y salvavidas. En la que cayó Santi era de
libre circulación, no tenía ni un solo obstáculo.
Con los
conocimientos en la mano, y el ánimo de evitar que alguien sufriera su misma
tragedia, María del Pilar creó la Fundación Santi Rivera, dedicada a crear
conciencia sobre los peligros de las piscinas, la necesidad de exigir los
elementos que garanticen la seguridad y promover el cuidado de padres a
hijos.
Lo hace
a través de la página web, redes sociales, y con capacitaciones y
talleres.
“La ley
que tenemos es muy completa, incluso más que la de otros países, pero lo que
hay que entender es que hay que cumplir la norma más allá del temor de recibir
una multa. Un ahogamiento sucede en un segundo y le ocurre a cualquiera. No
solo se ahogan, pueden sufrir atrapamientos, sucede con niños pequeños, con los
más grandes, como le pasó a Sofía (El Khoury)”, dice la directora de la
fundación.
Hay que
vencer la ignorancia, dice, reseñando algunas cosas que los padres no saben.
Por ejemplo, que un niño permanezca dos minutos bajo el agua es suficiente para
que sufra daño cerebral. Otras de las estadísticas reveladoras es que por cada
niño que se ahoga, cuatro que sobreviven debe ser hospitalizados y uno de ellos
queda con secuelas neurológicas.
“Todo
ocurre por ignorancia, por pensar que a uno no le va a pasar, que si el niño
nada puede defenderse solo en la piscina. Que si se ahoga, el gritará y yo
podré ayudarlo. Que puedo estar hablando por celular, leyendo un libro o
una revista y podré al mismo tiempo mantener la atención en el niño. Nada de
eso es verdad”, enfatiza María del Pilar.
La
clave para evitar este tipo de accidentes es la supervisión visual permanente.
Hortensia María Espitaletta, directora de la Fundación Mariana Novoa, que
funciona en Bogotá, es una convencida de ello.
También
se apropió del trabajo de enseñarles a otros la manera de evitar estos
accidentes que son 100 % prevenibles, según lo que ha investigado.
Ella
perdió a su hija Mariana en el 2007, durante su primer día de clases en el
jardín. La piscina del lugar tenía un cobertor sobre el espejo de agua, que no
estaba asegurado. Sobre él había unas pelotas de colores que Mariana salió a
buscar, en un descuido de su profesora. La niña de dos años se hundió y no tuvo
atención oportuna.
A
través de la Fundación, Hortencia ha recopilado información importante que
revela la frecuencia con la que se presenta este tipo de accidentes.
Dice
que, de acuerdo con estadísticas de Medicina Legal, en una década (entre
el 2004 y 2014) murieron en Colombia 1668 niños por ahogamiento. “No sabemos si
fue en piscinas u otros escenarios. En el 2004, fallecieron 421 y en el 2014,
189. Lo que se ve es que desde que lideramos la Ley de Piscinas, el ahogamiento
en Colombia ha disminuido”, agrega.
Hortensia
cree que “todos deberíamos tener conocimientos en RCP (Reanimación
Cardiopulmonar). Lo más importante es que cada papá, al ingresar a una piscina,
haga el chequeo sobre los elementos de seguridad que tiene. Es increíble que un
niño o un adulto entre a una piscina sin gorro. Son cosas básicas y ninguna
medida de precaución es una exageración. Todos podemos ser salvavidas”.
Ya no
hablan de dolor. Ambas están enfocadas en el firme compromiso de evitar que más
niños mueran, que más padres sufran. Trabajan para que ir a una piscina sea una
experiencia segura.
Algunas recomendaciones para
padres sobre el uso de la piscinas
·
Procure que su hijo siempre use gorro de baño,
en especial si el largo de su cabello es considerable. No permita que
naden con collares, vestidos holgados, ni ningún objeto que pueda facilitar el
enredamiento mecánico en el drenaje o en cualquier accesorio del estanque.
·
Si encuentra una tapa de drenaje suelta, rota o
que falta, avise al dueño u operador y no entre al estanque de la piscina o
jacuzzi.
·
Cuando esté supervisando, manténganse alerta y
evite distracciones como la lectura, la charla o el teléfono.
·
Si su hijo no puede nadar, manténgalo no más
allá del alcance de su brazo.
·
No se confíe de los flotadores, las “alitas
inflables” o cualquier otro juguete inflable. No son dispositivos de seguridad.
·
Enseñe a los niños cómo avanzar en el agua, cómo
flotar y cómo salir por su cuenta de la piscina.
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